Entreacto I

- Luchamos toda la vida para conseguir amigos por su importancia social, cuando podríamos conseguir amigos verdaderos si nos consideráramos menos importantes.
- Construimos relojes y horarios para medir nuestra productividad, cuando rara vez nos tomamos el tiempo suficiente para estar con nosotros mismos.
- Vendemos y compramos sexo aún en nuestra vida social íntima, pero no sabemos hacer el amor cuando nuestra pareja lo necesita.
- Gastamos mucho dinero y tiempo en tecnología para abrir nuestra mente a nuevas sensaciones y percepciones, cuando también podríamos abrir nuestro corazón a Dios y a quienes necesitan nuestro amor con urgencia.
- Usamos el auto para ir a todas partes cuando podríamos simplemente caminar si podemos hacerlo.
- Gastamos mucho dinero en nuestra apariencia personal para resultar adorables, cuando verdaderamente nadie nos ama por ello.
- Gastamos mucho tiempo orando herméticos y en silencio en la iglesia sin meternos con los demás, cuando una sola palabra dada al oído del necesitado podría salvarle la vida.
- Consumimos mucho espectáculo deportivo que nos mueve grandes pasiones, cuando podríamos hacer más deporte para mover más sanamente nuestros cuerpos.
- Nos atragantamos de comidas ricas en grasa, azúcar y proteínas que no necesitamos porque hemos acostumbrado a nuestros cuerpos a sentirse satisfechos no por su actividad física sino por su mera capacidad de deleitarse.
- Nos acostumbramos tanto a la noción del éxito que obtenemos de la aprobación de los demás por nuestro desempeño social y laboral, cuando podríamos recibir una gratitud más auténtica si no condicionáramos tanto nuestro existir a nuestro trabajo.
- Encontramos en el consumo la mayor de las satisfacciones, pero no podemos hallar la felicidad por más que gastemos en ella; esta nos viene más del desprendimiento que del apego.